Por Martina Genovart*

La paridad de género representa un gran desafío para la región, en lo que respecta al avance hacia una democracia paritaria que tenga como eje dinamizador al sistema democrático en el centro de las principales transformaciones.  

Concebimos que la igualdad sustantiva y la paridad integral son dos pilares sobre los cuales debe fundarse el andamiaje del Estado, que tenga la decisión política de trabajar firmemente por la inclusión en todas sus formas. No es ni más ni menos que una definición que busca trascender los marcos políticos y alcanzar su esparcimiento a lo largo y a lo ancho de diferentes órdenes de la propia vida: lo cultural, lo económico y lo social.

Si hacemos hincapié en este contexto, también tenemos la responsabilidad de analizar las diferentes acciones tendientes a la materialización de las transformaciones premeditadas y a la erradicación definitiva de la exclusión y las desigualdades de géneros, entendiendo que existen desafíos pendientes para la activa participación de las mujeres y disidencias, y como actoras políticas debemos atender a esas demandas.

Hacer foco en la paridad de género dentro del entramado del ámbito político no sólo es una medida necesaria para alcanzar la igualdad entre géneros en el acceso a la representación institucional, sino también es el pionero para alcanzar sociedades e instituciones más inclusivas. Es decir, no sólo debemos asumir el compromiso inquebrantable de promover la igualdad de género, sino también la responsabilidad de promover, estrechar y forjar los lazos que permitan su concreción. 

Si bien la meta a alcanzar es la paridad y los esfuerzos para incrementar la participación de las mujeres en la arena pública, es necesario plantear un abordaje de manera más integral para impregnar todos los planos y dimensiones: instituciones, políticas públicas, ordenanzas o leyes. Para eso, es fundamental apelar a la responsabilidad del Estado y de los partidos políticos como protagonistas a la hora de construir un Estado democrático moderno, que logre articular, coordinar y cooperar entre las demandas y la representación de los ciudadanos y ciudadanas.

En esta coyuntura que nos atraviesa, las jóvenes tenemos la responsabilidad generacional de continuar el legado de nuestras compañeras. Y fundamentalmente, comprender que, históricamente, fuimos relegadas del ámbito público por el simple hecho de ser mujeres. La conquista del derecho a la paridad en listas electorales es un bastión que debemos defender para reconstruir la igualdad sustantiva y la igualdad numérica en los órganos de representación política.

Tejer redes y fomentar grupos de apoyos entre mujeres de diferentes espacios políticos, que tenga como finalidad compartir experiencias con quienes recién nos lanzamos en este camino político, es un enorme desafío que tenemos por delante. Y en eso estamos, en el fortalecimiento y el empoderamiento de todas y entre todas. 

*Estudiante de Licenciatura en Ciencia Política (UBA) y Comunicación Pública y Política (UNLP). Formación en Asesoría Parlamentaria expedida por la Dirección General de Asuntos Legislativos del Ministerio de Gobierno CABA

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